Había una vez un pequeño niño llamado Miguel, quien era un niño muy curioso y aventurero. Le encantaba explorar el mundo y descubrir nuevas cosas. Un día, mientras caminaba por el bosque, Miguel se topó con una cueva misteriosa. Se asomó para ver qué había dentro y vio una multitud de animalitos adorables.
Miguel estaba fascinado con los animalitos y decidió entrar en la cueva para conocerlos mejor. Se acercó a los animalitos y ninguno de ellos se asustó de su presencia. Al contrario, todos se acercaron a él y comenzaron a acariciarlo y jugar con él.
Miguel estaba encantado con los adorables animalitos. Les preguntaba acerca de sus vidas y los escuchaba con atención. Se enteró que los animalitos tenían una gran aventura que contar. Estaban cansados de estar encerrados en la cueva y querían salir al exterior para explorar el mundo.
Miguel les preguntó si querían que los ayudara a salir de la cueva y ellos aceptaron encantados. Comenzaron a pensar en un plan para salir sin que nadie los viera. Al cabo de un rato, Miguel tuvo una idea.
Miguel dijo: Podemos usar mi cuentacuentos infantil para encantar a los guardias de la entrada de la cueva. Les contaremos una historia tan interesante que se olvidarán de todo lo demás y nos dejarán escapar. Los animalitos aceptaron el plan con entusiasmo y salieron de la cueva.
Miguel comenzó a contarles una historia sobre un rey y una princesa que estaban enamorados, pero no podían estar juntos porque vivían en reinos diferentes. Los guardias estaban tan interesados en la historia que les había contado que no se dieron cuenta de que los animalitos se habían escapado.
Los animalitos y Miguel salieron corriendo a explorar el mundo. Se toparon con un río, una montaña y una selva. Cada lugar era más maravilloso que el anterior. Fueron a ver a una tribu de osos que les contaron una historia sobre una guerra que había ocurrido hace mucho tiempo.
Miguel y los animalitos seguían con sus aventuras, cuando de repente, se toparon con una banda de ladrones. Estaban a punto de robarles todos sus tesoros, pero los animalitos les contaron un cuento tan interesante que los ladrones se olvidaron de robarles.
Los animalitos y Miguel llegaron finalmente a la entrada de la cueva. Se despidieron de los adorables animalitos y regresaron a su hogar. Miguel contó toda la aventura a sus padres y les dijo que había aprendido una importante lección: siempre hay que tener una buena historia para contar.
Los padres de Miguel estaban muy orgullosos de él y le dijeron que había sido muy valiente. Desde entonces, Miguel siempre lleva consigo su cuentacuentos infantil y comparte sus aventuras increíbles con todos los niños que conoce.