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Había una vez un niño llamado Juan, un niño curioso, inteligente y creativo que ansiaba descubrir el mundo. Un día, su abuelo le contó un cuento sobre un mágico y maravilloso mundo perdido.
Juan escuchaba con los ojos muy abiertos mientras su abuelo le contaba la historia. Él le decía que el maravilloso mundo perdido era un lugar donde la magia era real y los sueños se hacían realidad.
Juan estaba fascinado por lo que escuchaba y soñaba con el maravilloso mundo perdido. Él quería descubrir este lugar mágico para que sus sueños se hicieran realidad.
Un día, mientras Juan estaba jugando en el parque, vio a una misteriosa anciana sentada en un banco cercano. La anciana lo miró y le dijo: ¿Quieres descubrir el maravilloso mundo perdido?.
Juan se quedó sorprendido y asintió con la cabeza. Entonces, la anciana le entregó un libro y le dijo que el libro contenía un cuentacuentos con el que podría llegar al mundo mágico.
Juan se llevó el libro a casa y con mucha emoción comenzó a leerlo. El libro contenía cuentos sobre el maravilloso mundo perdido, así como instrucciones sobre cómo llegar allí.
Juan seguía las instrucciones del libro y comenzó a recitar los cuentos para dormir. Al hacer esto, una puerta apareció y Juan se encontró en el maravilloso mundo perdido.
Juan estaba fascinado por lo que veía. El mundo mágico era precioso y estaba lleno de colores y sonidos. Estaba lleno de maravillas que nunca había visto en su vida.
En el maravilloso mundo perdido, Juan descubrió maravillosos cuentos infantiles y aprendió sobre la magia de la amistad, la bondad y el amor incondicional. Se sentía feliz y satisfecho por haber encontrado un lugar tan hermoso.
Después de pasar un tiempo en el maravilloso mundo perdido, Juan regresó a su casa. Él compartió todas sus aventuras con sus amigos y familiares y se sintió muy feliz de haber descubierto el maravilloso mundo perdido.
A partir de ese momento, Juan comenzó a contar cuentos a sus amigos para que también pudieran viajar al maravilloso mundo perdido. Él les enseñó que la magia no es algo que se vea con los ojos, sino algo que se siente en el corazón.
Juan aprendió que el maravilloso mundo perdido no era un lugar mítico, sino un lugar real lleno de magia y maravillas. Él descubrió que la magia está en todas partes y que se trata de un regalo de la vida que hay que disfrutar.
La moraleja de esta historia es que la magia no se encuentra solo en los cuentos, sino que también está dentro de nosotros. Debemos abrir nuestros corazones para descubrir el maravilloso mundo perdido. Esto nos enseñará a ver la magia que hay en todas partes y a disfrutar de la vida.