Ernesto y Esteban eran dos hermanos muy unidos. Siempre estaban juntos y solían pasar sus tardes imaginando historias y contando cuentos.

Ambos tenían un sueño común: convertirse en los mejores magos del mundo. Para ellos, la magia era algo mágico. Hablaban entre sí sobre la posibilidad de realizar hechizos y de la posibilidad de volar en una escoba.

Un día, mientras caminaban por el bosque, encontraron una casita pequeña y antigua. Esteban se acercó para ver qué había dentro. Cuando abrió la puerta, los dos hermanos quedaron asombrados. La habitación estaba llena de libros y la pared estaba cubierta de estanterías.

En el centro de la habitación había una mesa con una pequeña vela encendida. Había una estatua de una mujer con una varita en la mano. La estatua les sonreía.

Los hermanos decidieron entrar y comenzaron a explorar la habitación. Mientras tanto, la estatua les miraba con una sonrisa. Cuando llegaron al final de la habitación, encontraron una caja de madera. Esteban abrió la caja y encontraron un libro antiguo.

En la primera página del libro había una inscripción: «Cuentacuentos infantiles para dormir». Ernesto y Esteban sonrieron. Se sentaron en el suelo y comenzaron a leer el libro.

En el libro había una aventura maravillosa y mágica que contaba la historia de dos hermanos que deseaban convertirse en los mejores magos del mundo. Ellos estaban constantemente entrenando y aprendiendo nuevas habilidades mágicas.

Los hermanos oyeron la voz de la estatua: «Cuando soñamos algo, debemos creer en nosotros mismos y trabajar duro para lograrlo. Entonces, el destino nos ayudará a alcanzar nuestro objetivo».

Ernesto y Esteban leyeron el libro hasta el final. Cuando llegaron a la última página, la estatua desapareció y los hermanos se encontraron solos en la habitación. Estaban muy emocionados. Habían descubierto un libro de magia.

Los hermanos salieron de la casita y comenzaron a practicar los hechizos que habían leído. Cada día, trabajaban y entrenaban para mejorar su magia.

Un día, mientras practicaban un hechizo, los hermanos se percataron de que su magia era real. Los hechizos empezaron a funcionar y los hermanos comenzaron a volar en una escoba.

Estaban muy emocionados y decidieron celebrar su éxito con una fiesta. Invitaron a todos sus amigos y familiares para compartir su alegría.

Durante la fiesta, Esteban y Ernesto contaron cuentos mágicos a todos sus invitados. Los cuentos eran tan maravillosos que todos los invitados se quedaron dormidos.

Los hermanos estaban muy felices. Habían logrado convertirse en los mejores magos del mundo. Ernesto y Esteban habían descubierto que sus sueños se habían hecho realidad.

Desde entonces, los hermanos se dedicaron a contar cuentos mágicos para que otros niños pudieran soñar y vivir sus aventuras mágicas. Y todas las noches, cuando los niños se acostaban, los hermanos contaban cuentos infantiles para dormir.