Había una vez una pequeña niña llamada Emma. Siempre había sido fascinada por el espacio y los viajes interplanetarios y se había esforzado por aprender todo lo que podía sobre el tema. Un día, mientras miraba por la ventana, vio algo que nunca había visto antes. Una nave espacial se acercaba a través de las nubes.

Emma corrió afuera para ver mejor y descubrió que la nave espacial era pilotada por extraterrestres verdes con forma de perro. Los extraterrestres le dijeron que la habían elegido para ser su acompañante en una aventura interplanetaria.

Emma aceptó con entusiasmo. Los extraterrestres la llevaron a bordo de la nave espacial y comenzaron su viaje. Primero fueron a Marte, donde Emma descubrió un mundo extraño y misterioso. Después de explorar las ruinas marcianas, los extraterrestres la llevaron a Venus, donde Emma pudo nadar con los peces del océano.

La última parada de su viaje fue Júpiter, el planeta más grande y más brillante del sistema solar. Allí, Emma pudo ver el increíble anillo de Júpiter por primera vez.

Cuando regresaron a la Tierra, Emma estaba emocionada por la increíble aventura que había experimentado. Había aprendido mucho sobre el espacio y los extraterrestres. Esperaba con ansias que los extraterrestres volvieran para otra aventura.