Beatriz era una niña de 8 años muy traviesa. Cuando llegaban las vacaciones de verano, Beatriz no podía esperar para ir a la playa, con sus padres y su hermana pequeña Elena.

Beatriz era muy inteligente y tenía una imaginación desbordante. Además le encantaba leer y escribir. Su mayor ilusión era contar cuentos cuando fuera mayor.

Un día, mientras todos estaban en la playa, Beatriz vio una extraña caja de madera. Se acercó a ver qué había dentro. La caja estaba llena de libros de cuentos.

Beatriz se alegró tanto que comenzó a abrir los libros uno por uno. En cada uno había un cuento diferente y ella estaba encantada.

De repente, sintió que alguien la miraba. Al volverse hacia atrás, vio a un viejo de aspecto curioso.

Él se presentó como el cuentacuentos y comenzó a contar a Beatriz un cuento maravilloso.

Contaba sobre una princesa que vivía en un castillo. Estaba enamorada de un príncipe, pero no podía casarse con él porque estaba maldecida.

El cuentacuentos contó cómo la princesa logró finalmente romper la maldición y casarse con el príncipe. Beatriz estaba fascinada con la historia.

Cuando el cuentacuentos terminó de contar el cuento, le preguntó a Beatriz qué quería ser cuando fuera grande. Beatriz le contestó que su ilusión era contar cuentos.

El cuentacuentos le dijo entonces que para poder hacerlo tendría que seguir su consejo: leer muchos libros y escuchar los cuentos de otros cuentacuentos para aprender.

Beatriz se fue a casa con una gran sonrisa en la cara. Había aprendido mucho de aquel encuentro y estaba muy entusiasmada por seguir los consejos del cuentacuentos.

Durante el resto de las vacaciones, Beatriz se dedicó a leer y escuchar. Cuando volvió a casa, había adquirido un gran conocimiento sobre los cuentos y estaba más decidida que nunca a cumplir su sueño.

Beatriz comenzó a contar sus propios cuentos a sus amigos y familiares. Y con el tiempo, se convirtió en una de las mejores cuentacuentos de la región.

Todos los niños de la ciudad esperaban ansiosos sus cuentos. Y Beatriz, feliz de poder cumplir su sueño, seguía contando cada vez más historias maravillosas.

Así, Beatriz se convirtió en un gran cuentacuentos. Y todos los que la conocían hablaban de su talento y de los maravillosos cuentos que contaba.

Hasta el día de hoy, Beatriz sigue contando cuentos a niños de todas partes y les enseña el valor de la imaginación y el amor por la lectura. Y el consejo del cuentacuentos siempre está presente en su mente: leer muchos libros y escuchar los cuentos de otros cuentacuentos para aprender.